Atravesado de espasmos
su blanco cuerpo reposa.
Tras la cortina de juncos
pausada viene la ola
Y por el río de seda
La blanca flor se deshoja.
¡Cómo le brillan los ojos
en un alarde de joyas!
¡Como le tiemblan los brazos
y en su comienzo de sombra
una llama de oro vivo
arde, sin quemar la forma!
¡Cómo le tiemblan los muslos
y en su comienzo de sombra
la llama tibia de un beso
arde, sin quemar la rosa!
La ha dejado cara al cielo
el amador en la huida,
nadaron intensamente
en tibio mar de delicia,
y con los brazos abiertos
mientras la tarde se triza,
queda en la playa de oro
la blanca flor en fatiga.
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