Ahí donde agoniza está mi nombre
en la salvaje soledad despierto,
con una estrella de afiebrada lumbre
alimentada en un fulgor eterno
y la ebriedad de un ignorado vino,
rendido al borde de un final deshecho.
Con un amor quemando mi espesura,
lampo de luz y arrebatado cielo,
aprisionada vivo en aventura
y en la raíz de su pasión, me muero.
Clavada voy en un temblor divino
como una flecha en su costado abierto.
Pero una voz que la pasión no entona,
pero una luz que el resplandor no inflama,
pero un gemido que en el mar no llora,
pero un calor ardiendo sin la llama,
¡pero una mano con una paloma
sin el brazo y la curva de las alas!
Pero tu amor gritando sin sonido,
pero mi amor llorando sin tu almohada,
pero el cielo cayendo en mis sentidos
con su ramo de estrellas incendiadas.
Abro llorando mi ventana ciega,
beso tu oído y parto hacia la nada.
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