domingo, 28 de agosto de 2011

Carmen Gaete Nieto Del Río

Bajo el titulo de “Hojas de Acanto”, la poetisa Carmen Gaete Nieto del Río, reúne gran parte de su proceso lírico. La obra es una antología de los libros poéticos de la autora:

“Resultado de Brumas”, (1958)
“En Estado de Gracia”, (1968)
“El Pan Nuestro”, (1969)“Valparaíso y Otras Almas”, (1972).


De la observación de ellos surge la estrecha asociación con que la poetisa contempla las potencias del mundo,y la invocación del ser que quiere recobrar su universo extraviado y desocultar sus entramadas.
No se trata de un libro más en el panorama de la poesía femenina chilena. Por el contrario, representa una rica unidad poética que establece su existencia dentro de una realidad poco común en autoras nacionales. Pensamos que 10 claroscuros será necesario atender con mayor atención a esta poesía extraída de lo más íntimo de la vida. Su prologuista lo dice con mucho acierto en la presentación de la obra:
“No parece una poesía femenina como se ha entendido hasta hoy ese tipo
de poesía.  Busca a cada paso el más allá terrestre o metafísico, o la metafísica de la física atómica. Creemos ver en su voz la intuición que ve un mundo destruido y otro creándose, de esencia cristiana”.
Si la poesía, como creen los que la escriben y los otros que la estudian, pretende hacer algo importante, ¿En qué consiste esta importancia? Hay veces en que breves trozos de algunos autores nos dan o están cerca de darla esta difícil respuesta, este acercamiento a la clave de una situación que siendo radical se presenta un tanto disociante. En el caso de la poesía de Carmen Gaete, se acerca con ella a la respuesta que pudiéramos pensar. Su obra pertenece a aquellas instancias de la poesía que de múltiples son abarcantes, es decir: pueblan su existencia de enlaces primordiales, de paisajes que se nos tornan indispensables, útiles a la realidad del existir. Se incorpora, pues, a las expresiones poéticas que son importantes al sentimiento al traducir estados o improntas que desnudan posibilidades imprevisibles.
Carmen Gaete pretende -y lo consigue- hacer un examen de ciertas aventuradas circunstancias que se empeñan en acercarnos a territorios jubilosos o vedados a nuestra conducta. Con ella vamos redescubriendo claves agudas que nos conducen por los caminos de la plenitud o que apuntan al desaliento. En el poema “Salmos para los Navegantes” dice:
¿Cómo nos tejieron?
Cuántas ondas atraviesan los miembros y el espacio.
He comprendido que fui grito en la tormenta
El golpe del Pacífico fue mi primer golpe,
Recibí así el primer arañazo del Mundo.
Mi primer quejido fue simiente venida de tierras ignotas
Por eso mis ojos se fueron ahondando
Más allá de todas las orillas
¿En qué brisas me cogieron ansiosos
alguna tarde cuando ustedes remaban?


Esta temática en que queda implícita la poesía de Carmen Gaete, la conduce, inevitablemente, hacia un tristísimo sentir, aún en la más exaltada de sus exaltaciones. Es la auscultación de la preocupación Humana la que la conmueve, ese universo unamuniano, que quiere extirpar el caos de la angustia del ser, que pretende llevarlo hacia las estructuras fraternales en que también descansan las conductas humanas, su poesía no escinde, específicamente, enlaza. Pese a los materiales indóciles que resbalan, a las vallas del sendero que no hacen fácil llegar a las profundidades de la realidad aún con la cuerda e iluminación poética. Hay versos en su poema “Cara y Sello” que son insistencias predilectas:
la expresión de mi padre es lo insondable, mañanas de selvas,
cielo raso, al borde de sus cejas, yo presiento el vacío del sueño que jamás nosotras alcanzamos.
Mi rostro se hincha, salta al mar, se vuelve libremente,
se revuelve y revela, continúa explorando. . . conquistando.

Nuestra poetisa que ha sabido sentir y escuchar los vértigos que acarrean las formas del pasado, que no retoca su fantasía y por el contrario, anuda estas esencias a sus testimonios, logra alcanzar esa misteriosidad humana que el hombre trasporta y acumula como el aguijón dolorido de su existencia. Es que la suya, por sobre cualquier otra condición, es una poesía ensayante, un arte que poéticamente, desmenuza los actos del ser, que obtura la realidad con pasión abierta. A ello se suma una intensidad expresiva que es necesario anotar como la que se suma en los versos de él:

En este día no sé cómo nombrarte,
sin embargo has cambiado hasta mi ceño,
entre sedas, pedrería o estandarte,
en Verano y en Invierno eres mi dueño
En este tiempo ya no sé cómo llamarte,
si beso, megatón o sortilegio
te enredas a la luna y al arado
y eres pobre y humilde como regio.


Persiste, como hemos visto, una amplia relación dentro de este mundo invisible pero presente de la poetisa. Es una visión plural de la existencia que saca sus ímpetu desde una fuerza que le permite desentrañar las materias que observa plegadas. Una fuerza que la lleva a unir las trasparencias con esos otros momentos que siempre se están creando o recreando dentro de su repertorio de formas y elementos. La necesidad de ver y sentir en su intimidad las relaciones que se mantienen ocultas entre los seres y las cosas carga las percepciones y riesgos que Carmen Gaete asume. Algo como si su lirismo mantuviera una provisión inagotable de sueños y audacias transformadas en armas para manejar lo incognoscible de la vida. En su flujo poético estos ingredientes táctiles, así como las ensoñaciones, surgen desde una comprensión casi inédita de la naturaleza, una identidad que se establece por el contacto con las cosas primeras, por la comprensión de un universo sensible que no siempre tenemos a la mano. Esto la lleva hacia acercamientos lúdicos con los monumentos que el tiempo nunca deja atrás en los hitos de la historia. Tales evocaciones las encontramos en gran parte de su poesía, como en estos “Recados para Afrodita Difunta”:

Aquíno juega la experiencia
Y ni siquiera el verso Yo te invoco
desde el anverso de la medalla
Te llamo por el añoso teléfono
instalado en el manzano
Te hablo cobijada entre las barbas del Profeta
Y con acento de Primer Día
Me comunico por teléfono castrado
Por el pequeño sarcófago aferrado al dintel del Páramo
Te llamo más allá de las primaveras,
De los muros, de los troncos, De la celulosa, de la seda.
Habría que agregar muchas otras consideraciones sobre la poesía de Carmen Gaete, precisar más analíticamente las resonancias de una poesía que suele trascender importantes circunstancias de la vida, la dimensión de su alcance. Por ahora sólo llegaremos hasta aquí con estas interpretaciones..


 

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