Nació en la finca El Melgarejo, cerca de las minas de El Cobre, Santiago de Cuba, el 25 de agosto de 1837. Bautizada Luisa Pérez y Montes de Oca, "perdió" el apellido materno al casar con el renombrado intelectual y promotor cultural Ramón de Zambrana. Huérfana de padre tempranamente, se mudó con su familia a la ciudad de Santiago donde se dio a conocer como poeta.
Es una de las poetisas de las que se dice «nació con el don de la poesía» y está considerada entre las mejores de Cuba e Hispanoamérica. Su padre era originario de las Islas Canarias. A la edad de 14 años compuso su primer trabajo literario y sus versos, que recogió en un cuaderno publicado con la ayuda de los intelectuales que la rodeaban -y admiraban su poesía- en Santiago. El libro dio la vuelta a la Isla, y ya en La Habana, el intelectual Don Ramón Zambrana quedó prendido de su obra, yendo a Santiago de Cuba para conocerla y comprometerse con ella, una vez que la conoció por una foto, para luego llevársela a La Habana donde formaron hogar y tuvieron cinco hijos. Por sus grandes dotes poéticas y su gracia y finura, Luisa fue elegida para coronar a la gran Gertrudis Gómez de Avellaneda en el Teatro Tacón en 1860. A causa de que su vida estuvo marcada por la presencia constante de la muerte, ya que perdió a su esposo y a sus cinco hijos paulatinamente entre 1886 y 1898, su obra estuvo llena de sensibilidad, melancolía, pasión y ternura, con reflexiones religiosas y de toque filosófico sobre la muerte: estas dos últimas características se dan a notar en sus elegías. En el año 1918, recibió un homenaje por parte del Ateneo de La Habana y posterior a esto apareció una nueva edición de sus poesías con prólogo de Enrique José Varona quien la bautizó como «la más insigne elegíaca de nuestras líricas». Fue fundadora del Liceo Artístico y Literario de Regla. Sus obras fueron premiadas en los selectos Juegos Florales de la ciudad de Madrid. Entre dichas obras se encuentra el libro de oraciones llamado Devocionario, La vuelta al bosque, Dolor supremo, Martirio. De ella dijo José Martí: «se hacen versos de la grandeza, pero sólo del sentimiento se hace poesía».
Vivió sus último años en el municipio habanero de Regla, donde murió el 25 de mayo de 1922.
Dicen que cuando cubre...
Dicen que cuando cubre la pureza
una frente de virgen con su velo
suaves miradas le dirige al cielo,
y le dan las estrellas su belleza.
Pero si el vicio mancha su limpieza
vertiendo en ella su funesto hielo,
levanta el ángel de su guarda el vuelo
y Dios torna a otro lado la cabeza.
Yo en el mundo soy joven y soy pura;
Divino Salvador, Dios poderoso,
contémplenme tus ojos con ternura.
Y que el ángel me guarde cuidadoso,
pues cayera a tus pies agonizante
si Tú al verme volvieras el semblante.
Las tres tumbas
No hay para mí, tornasoladas nubes
ni flor que el albo seno desabroche,
soy velando tres lápidas sombrías
la alondra que solloza por la noche.
No tiene abril colinas de azucenas
ni llanuras de rosas tiene mayo,
encorvada en el borde de tres tumbas
yo soy la encina herida por el rayo.
Ya no hay estrellas de oro, ni la luna
mallas de perlas sobre el agua vierte,
¡ay! entre tres sepulcros, de rodillas,
soy la cruz enlutada de la muerte.
Besé el laúd y lo arrojé en las ondas,
que templo para mí, y altar y palma
son las tres tumbas donde estáis dormidas
¡flores de mis entrañas y de mi alma!
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